En tus ojos bailan los colores.
Nacen y mueren. Aparecen y desaparecen. Se van y vuelven.
Y en ese juego de luces,
dejan cuadripléjica mi mirada, que pretende contener aquel universo.
Huyo de la visión e intento comprender en un abrazo, lo que la vista no me explica.
Ahí, en la cálida oscuridad que se acomoda entre nuestros pechos,
empiezo a entender tu ver y diviso en cada porción un pedazo del mundo.
Vuelvo a la luz, y con las pupilas dilatadas me someto a esa obra de Dios,
me reconozco allí
y la hago hogar.
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